La tecnología de carga rápida en los móviles no es nada nuevo, como tampoco lo son las especulaciones que rodean esta característica. Lanzada en 2013 por Qualcomm bajo el nombre “Fast Charge”, ha estado envuelta en constantes polémicas que debaten los inconvenientes de su uso; y no fue sino hasta hace poco más de un año cuando por fin se demostró científicamente que tan perjudicial podía ser.
Mientras se alcanzaba un tope en la optimización de la capacidad de las baterías de litio; la carga rápida seguía y sigue aumentando su velocidad exponencialmente como alternativa a una mejor autonomía. Sin embargo muchos todavía ignoran lo contraproducente que puede llegar a ser por tal de disfrutar su ventaja; algo que deberíamos tener más en cuenta si queremos que nuestro móvil dure varios años en condiciones.
No es menos cierto que el mejoramiento de las últimas tecnologías de carga rápida han conseguido hacerlas más eficientes; pero al mismo tiempo han incrementado su potencia al límite provocando que el daño sea el mismo o incluso mayor. La inclusión de varios sensores para monitorear la temperatura de la mano de un software especialmente dedicado; así como la decisión de dividir las baterías en 2 celdas, ayudan a mantener el calor controlado, aunque este no es el único problema.
Así es como tu batería sufre mayor desgaste por la carga rápida
El estudio lo ha llevado a cabo un equipo de la Universidad de Purdue en Indiana EE.UU dirigido por Kejie Zhao; quienes han realizado un experimento para demostrar las acciones que detallan lo ocurrido durante el proceso. Esto se logró usando rayos X e inteligencia artificial que generaban unas imágenes en 3D del interior de las batería de litio a nivel atómico.
Todo se resume a las reacciones químicas que hacen fluir a los iones durante la carga rápida a mayor velocidad; provocado que estos choquen más fuertemente con los electrodos ocasionando un desgaste mecánico lógicamente más acelerado. También se comprobó que incluir electrodos más robustos no soluciona este problema ya que tal y como asegura el estudio: “La variabilidad en el daño de las partículas del electrodo, o «degradación heterogénea» no depende de cuántas partículas haya en la batería; lo que importa es cómo se utilizan los iones de litio”.
Aunque la degradación es un factor inevitable, de esta forma se evidenció que efectivamente hay procesos que aumentan ese deterioro. Si bien esto no significa que la carga rápida reduzca radicalmente la vida de la batería; se puede considerar como algo dañino sobe todo si se abusa de su uso y potencia. Por ahora es un precio que podemos estar dispuestos o no a pagar, mientras llegan las añoradas baterías de grafeno.