La carrera por desarrollar tecnología para transmitir la energía solar recolectada en el espacio a la Tierra está cobrando impulso. Con varios países y organizaciones compitiendo para desbloquear el potencial de esta solución innovadora. Japón, en particular, está a la cabeza, ya que una asociación público-privada tiene como objetivo realizar una prueba para el año 2025.
Sin embargo, el costo de generar energía solar basada en el espacio sigue siendo extremadamente alto.
El concepto de energía solar basada en el espacio fue propuesto por un físico estadounidense en 1968 y consiste en lanzar paneles solares al espacio para generar electricidad a una altitud de 36.000 kilómetros. La energía solar generada se convierte luego en microondas. Similares a las que se utilizan en los hornos de microondas, y se transmite a las estaciones receptoras terrestres, donde se convierte nuevamente en energía eléctrica.
Una de las ventajas de la energía solar basada en el espacio es su capacidad para proporcionar un suministro estable de energía independientemente de las condiciones climáticas. Las microondas pueden penetrar a través de las nubes, asegurando un flujo constante de energía durante todo el día y en diversas condiciones climáticas. Por otro lado, la energía solar regular depende en gran medida de factores como la nubosidad, que puede ser perjudicial para el suministro constante de energía.
Japón ha estado a la vanguardia de esta investigación. Con un grupo dirigido por el ex presidente de la Universidad de Kyoto, Hiroshi Matsumoto, al frente de los esfuerzos. En la década de 1980, Japón logró un hito significativo al transmitir con éxito energía a través de microondas en el espacio. El grupo continuó su investigación bajo la dirección del profesor de la Universidad de Kyoto, Naoki Shinohara. En 2009, se lanzó un proyecto de industria, gobierno y academia bajo el Ministerio de Economía, Comercio e Industria.
El proyecto logró un progreso notable, incluidos experimentos exitosos de transmisión de energía de microondas en distancias de 50 metros en ambas direcciones, horizontal y vertical. Mirando hacia el futuro, el grupo planea intentar la transmisión vertical en distancias más largas que van desde 1 km hasta 5 km.
Los competidores de otros países también están buscando activamente la comercialización de tecnología de energía solar basada en el espacio. El Laboratorio de Investigación de la Fuerza Aérea de EE. UU. y el Instituto de Tecnología de California se han embarcado en proyectos a gran escala, mientras que la Universidad de Chongqing en China y la Agencia Espacial Europea están avanzando en sus propias tecnologías.
Si bien los beneficios potenciales de la energía solar basada en el espacio son inmensos, el costo sigue siendo un desafío importante. Para generar 1 gigavatio, equivalente a la potencia de un reactor nuclear, se requeriría una extensa área de paneles solares. Incluso con los avances tecnológicos, el costo estimado de instalar dicha capacidad supera el billón de yenes (7100 millones de dólares).
No obstante, a medida que los gobiernos y las empresas de todo el mundo priorizan la energía renovable y la reducción de las emisiones de carbono. La energía solar basada en el espacio ha ganado una atención renovada. La próxima prueba planificada por la asociación japonesa en el año fiscal 2025 tiene como objetivo demostrar la viabilidad de transmitir energía desde el espacio a la tierra, impulsando el progreso en este campo.
Si tiene éxito, la energía solar basada en el espacio podría revolucionar la forma en que aprovechamos y utilizamos la energía limpia, ofreciendo una solución sostenible para satisfacer nuestras necesidades energéticas. La competencia para desarrollar esta tecnología innovadora es feroz y Japón está decidido a permanecer al frente de esta carrera global.
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